Aunque ya hace un par de meses que se produjo nuestro destete respetuoso, el segundo, nos debíamos este post. En primer lugar, a mí misma, como recuerdo de un proceso que ha tenido altos y bajos pero, especialmente, a ella. Por enseñarme tanto, también durante esta etapa. Y también, por supuesto, a todas vosotras, aquellas que queréis llevar a cabo un destete respetuoso y no sabéis cómo hacerlo o por dónde empezar.
la edad del bebé
En cualquier destete influyen muchas cosas pero, para mí, influye sobre todo la edad y madurez de vuestro hijo. No es lo mismo un destete a los 7 meses o uno a los 3 años. A medida que crecen, los niños son más conscientes de lo que desean y cuando lo desean, así que hay etapas que pueden ser algo más complicadas.
Por ejemplo, en plena etapa de rabietas, cuando más nos necesitan y más altibajos emocionales tienen, seguramente cueste mucho más hacerles comprender que eso que tanto anhelan, se acabó. Lo mismo sucede si el destete coincide con otro cambio importante, como la incorporación de mamá al trabajo o el inicio de la guardería o colegio.
¿Quiere decir esto que mejor destetar cuando sean muy pequeños porque así será más sencillo? No lo creo. Creo que hay que disfrutar de cada etapa sin pensar en cómo será vuestro destete. Cuando llegue ese momento, sea por decisión vuestra o la del bebé, ya encontraréis las pautas suficientes para llevarlo a cabo.
Destete respetuoso
Si que me gusta insistir en lo del destete respetuoso. Es genial poder tener un buen recuerdo de vuestra lactancia y hacerlo de una forma que no implique llantos ni dramas. No hay fórmula mágica, pero lo primero que tenéis que tener claro es cuáles son las necesidades reales de vuestro bebé.
No reñirle cuando pide, no enfadarse, no castigarle sin teta… me parecen buenos planteamientos iniciales para empezar. Eso y armarse de paciencia. Sabéis cuándo empezáis pero no cuánto tiempo os va a llevar y, precisamente por eso, yo no soy muy partidaria de ponerme un objetivo temporal al respecto. Todo llega.
UN DESTETE nocturno NO PLANIFICADO
Casualmente, todo empezó aquí. Sin planificarlo y sin pensarlo. Aprovechando la recta final de las vacaciones de verano, hicimos algunos cambios en la habitación de la pequeña. La pintamos y cambiamos la cuna convertible por una cama normal.
El objetivo no era pasarla a su habitación porque se despertaba muchísimo por la noche y aun colechábamos. Pero tener una cama extra nos venía muy bien para los invitados. Pero cuando la tuvimos montada y lista… le gustó tanto que pidió dormir ahí. Primero fue una siesta… luego otra y una noche se llevó el cuento a su cama para leer allí. Y se tumbó. Y allí durmió una noche, otra, otra…. y hasta hoy. Nosotros estábamos alucinados pero era un momento para no desaprovechar. Así que adiós cuna de colecho, hola habitación de mayor.
Y de despertarse cada hora pasó a dormir del tirón 10 y 11 horas (durante un tiempo, porque ahora se despierta una vez por la noche). Y dormir del tirón llevó a destetarse por la noche sin pensarlo y sin hacer nada al respecto.
La lactancia durante el día
Destetada de noche, solo quedaba la lactancia de día. Hacía muy pocas tomas, dos o tres máximo y muy espaciadas y cortitas. A veces ni eso. Y todas eran siguiendo unas rutinas muy claras, básicamente, cuando me sentaba en el sofá. Ella (igual que el mayor) identificaba el sofá con momento teta o cuando yo llegaba de trabajar.
La pequeña se destetó justo con 2 años. Tan justo, tan justo, que el último día que mamó fue el día de su cumpleaños. Bueno, en realidad, una semana después hizo “un chupito” de despedida final. Pero me gusta pensar que fue nuestro regalo de cumpleaños.
Fue un destete no planificado, igual que lo fue el de su hermano con 26 meses. Pero sí es cierto que tenía ganas de destetarla. Aunque sus tomas eran muy pocas, me pareció que había llegado el momento de empezar a plantearse el proceso. Pero la mezcla de miedo (por desconocer si será fácil) y pena (porque no voy a tener más bebés y esta era la última lactancia) me frenaban a la hora de dar el paso. Y es que, aunque nuestra lactancia no ha sido un camino de rosas, el balance final es unos momentos preciosos que incluso a veces echo de menos.
ideas para un destete respetuoso
Una buena manera de llevar a cabo un destete respetuoso cuando ya no son tan pequeños es la de “no negar, no ofrecer”. Cuando empiezan a andar y a descubrir todo aquello que les rodea de manera bastante autónoma, todo les llama la atención, quieren jugar la mayor parte del tiempo (aunque sean 2 minutos de reloj a cada cosa) y la teta pasa a segundo o tercer plano. En ese momento, si queréis destetar, podéis dejar de ofrecer pecho y darle solo cuando lo pida.
Algunos niños piden continuamente, durante todo el día. En esos casos, también puede funcionar intentar buscar una alternativa a la teta. Al final la lactancia es mucho más que alimento, especialmente en estas edades, y solo buscan estar con mamá. Probad a sustituir esas tomas por mimos, juegos, risas, besos.… y a ver qué tal.
Por la noche, para aquellos niños que son muy demandantes y piden pecho muchas veces durante la noche, podéis probar el plan PADRE. Que básicamente significa que cuando reclame teta se ocupe el padre. Para ello el padre tiene que estar implicadísimo y motivadísimo. Cosa que en nuestro caso no pasó (si el padre duerme como un tronco y te dice: pues dale tetaaaaa, pues no funciona). Si vuestra pareja quiere intentarlo, puede probar de ofrecerle agua para calmar la sed, brazos y mimos hasta que se relaje y duerma.
En esos casos creo que es imprescindible que la mamá y el bebé no duerman juntos (¡como negarle la teta si la teta está ahí mismo). Así que durante algunas noches podéis probar de que el bebé duerma con papá o bien probar de que duerma solito. Aunque a nosotros fue lo que nos funcionó, creo que si el bebé no está por la labor, es más fácil que duerma con papá.
Si tienen algún lugar en el que sabéis que siempre os piden teta, como nos pasaba a nosotras en el sofá, mejor evitarlo. Os prometo que cada vez que me sentaba en el sofá me pedía teta, pero si me sentaba en una silla al lado, no. Así que durante un tiempo probé eso y se iba olvidando de las tomas.
Limitar el tiempo de la toma es otra pauta que nos funcionó muy bien. En algunas tomas le decía que íbamos a contar hasta diez. Empezaba a mamar, contábamos juntas y al llegar a diez se soltaba sola y se iba a jugar. De esa forma, ni tenía que sacarle el pecho, ni lloraba ni protestaba.
¿Todo esto… funciona?
A veces sí, a veces no. En algunos caso, quizá siempre o quizá nunca. No hace falta que os diga que no hay dos niños iguales y que depende de muchas cosas. Para mí, pase lo que pase, lo importante es hacerlo con respeto y paciencia infinita. Sin desesperar.
Es probable que veáis avances y quizá algún retroceso, es decir, que cuando menos lo penséis, os vuelva a pedir teta. Ahí es donde surgen mil dilemas y dudas. ¿Le damos de nuevo? ¿Y si… se vuelve a enganchar? Lo que he hecho yo en esos casos es intentar disuadirla de forma respetuosa. Como se ha conformado, en general y a excepción del día que tras una semana de destete me volvió a pedir y le dí, no he vuelto a darle más pecho.
Tres meses después, ella se acuerda. Algo que, por cierto, también me parece precioso. A veces lo busca y lo pide claramente. Con un poco de pena le he dicho que mamá ya no tiene más leche y ella se conforma y vuelve a lo suyo.
Como veis, no he entrado en este post en los motivos para querer o no llevar a cabo un destete respetuoso con vuestro hijo. Es un tema muy personal y pueden ser muchas las razones que os lleven a ello, sea antes o sea después. Esta es solo mi opinión personal tras dos lactancias de unos dos años cada una y sus respectivos destetes. No es la única forma de hacer, ni por supuesto la mejor, es simplemente la mía y quería compartirla. Feliz lactancia y feliz destete (cuando llegue).