Las semanas van que vuelan en este embarazo y muchos días me tengo que parar a pensar de cuánto estoy (cosa que con el primero no pasaba, sabía las semanas, días y casi las horas!) En esta etapa ha habido algunos cambios y nuevas pruebas, pero todo sigue según lo previsto y perfectamente.
Esta semana hemos superado una nueva etapa de este segundo embarazo, llegando a la semana 20: el ecuador. Así es, me planto en la mitad de la gestación encontrándome bastante bien y dejando atrás las horrorosas náuseas que me han acompañado hasta hace dos o tres semanas. Esta semana hemos pasado la ecografía de alta definición con éxito, en la que nos han dicho que todo está perfecto y se confirma lo que ya nos habían adelantado: es una niña.
Ya os he dicho varias veces que la maternidad es como una carrera de obstáculos. Por muy bien que vayan las cosas, no siempre es fácil. Hay días agotadores, cansados, de bajón… Pero, como se suele decir en estos casos, siempre compensa. Aunque no es un camino de rosas y (al menos, para mí) hay situaciones que te dejan en shock, ser madre es genial. Pero cuando las cosas se tuercen, y lo que más quieres está en peligro, todo se vuelve gris y doloroso. Ahora que sabemos que todo está bien, os voy a contar dos experiencias recientes que me han hecho reflexionar mucho.