Ni en mis peores pesadillas hubiera podido imaginar escribir este post. Confinados en casa por la amenaza de un virus. Como si fuera una película de sobremesa de un domingo por la tarde. Y aquí estamos, en nuestro décimo día sin salir de casa (más que para urgencias como comprar). Me parece tan surreal que no sé si voy a ser capaz de terminar esta entrada del tirón. Lo voy a intentar.