La negociadora. Ese podría ser mi segundo nombre desde hace un tiempo. La etapa de los 2 y 3 años se caracteriza por ser muy divertida, cierto, pero también dura porque los pequeños empiezan a mostrar su carácter y, como no saben gestionar sus emociones, tienen cambios de humor bastante chungos. A esta fase se la conoce como “los terribles dos”, que es un nombre que no me acaba de gustar pero que viene a decir que ya os podéis agarrar que vienen curvas.
Es la etapa de las conocidas rabietas y berrinches. El pequeño puede pasar de la carcajada más sonora al cabreo más monumental en cuestión de segundos y… sin motivo. Es complicado saber cómo actuar en cada caso, pero os voy a contar qué hago yo en la mayoría de situaciones.
Ante una pataleta podéis hacer 3 cosas:
- Ignorarla
- Enfadaros
- Negociar
Ignorando un berrinche consiguéis que se le pase, tarde o temprano, pero os espera un buen rato de lloros, gritos y cabreo. ¿Vale la pena? Algunas personas piensan que así se les enseña quién manda en casa (vosotros, claro) pero creo que es un planteamiento erróneo. Los niños no pasan por esta fase por gusto, para ellos también es complicado aprender a gestionar los enfados, los disgustos, la tristeza… Gestionar la alegría es fácil, pero, ¿qué hacer cuando estamos muy enfadados? Si para nosotros es difícil… imaginaros para ellos.
Enfadaros porque vuestros hijos se enfadan es absurdo. Primero porque coger una rabieta más grande que la suya no es que sea un gran ejemplo, y encima, sólo conseguiréis que se haga la pelota más gorda y el enfado trate más en pasarse.
Llega entonces la tercera fase, la hora de negociar. Antes de esto conviene que sepáis, como experta en el arte de negociar, que es agotador. Porque es un bucle y os vais a pasar una buena temporada negociando. Por eso, antes de cada negociación yo me hago la siguiente pregunta. ¿Merece la pena negociarlo todo? No. Hay cosas que caen por su propio peso. Veamos algunos ejemplos.
- El peque monta un pollo porque quiere ponerse un pantalon a rayas verde y una camiseta roja a cuadros. Eso, pasa. Podéis intentar ignorarlo, enfadaros o negociar (la última opción siempre es la mejor creo yo) pero… ¿pasa realmente algo porque vaya así vestido? No. Pues al cole.
- El peque se enfada porque quiere jugar con un objeto peligroso (un cuchillo, un vaso…). No hay opción. Eso, como es peligroso, no es discutible. Podéis hacerlo a las bravas y que la rabieta sea de órdago o podéis explicarle que con eso no se juega y darle una opción para que juegue (negociar): un vaso de plástico, un cubierto de la cocinita de juguete….
- El peque quiere estar 5 minutos más en el parque. Si os va la vida en no darle esos 5 minutos, pues bueno, pero es más sencillo (para mí) que le expliqueis que de acuerdo, estaréis 5 minutos más en el parque y luego iréis a casa como teníais planeado.
Y así todo… como veis negociar es la mejor opción cuando realmente la pataleta no es por un tema de seguridad ni por fuerza mayor. Pero a veces no vale la pena… porque es muy cansado pasarse el día así y a veces, con tiempo y paciencia, todo vuelve a su sitio.
Este es mi método, no es mejor ni peor, simplemente es mío. ¿Qué es lo que os funciona a vosotros?