Desde el silencio del salón de mi casa (algo casi milagroso de conseguir) hoy escribo un post de esos que ojalá no tuviera que hacer. Porque odio tener que escribir sobre cosas malas o desagradables, por muy normales que sean, por mucho que sucedan en otras casas. Hoy vengo a hablaros de algo que me desquicia bastante: los terribles tres años.