Las matemáticas no siempre son exactas. Un buen día, cuando ya has superado la bofetada de la primera maternidad y has aprendido que A. nunca más vas a volver a ir al baño sola y B. lo de dormir, ya tal… piensas que, oye, quizá no es mala idea ir a por el segundo. Que los bebés son muy monos, los hermanitos se querrán un montón y ya, si eso, volverás a tener vida de pareja cuando se vayan a la universidad. Total… dos hijos debe ser “solo” el doble de faena que uno ¿no?