No salgo de mi asombro por el hecho que el peque haya aceptado tan bien el descolecho forzoso que decidimos poner en marcha la semana pasada. Vamos, que lo hemos sacado de nuestra cama y habitación para pasarlo a la suya. ¿El motivo? Mi cada vez más enorme barrigota y su constante movimiento nocturno hacían bastante complicado conciliar el sueño… así que… decidimos probar suerte, rezándole a todos los santos y vírgenes conocidos. Éxito rotundo. Os cuento cómo ha sido el proceso.