No voy a andarme con rodeos: no me gustan las etiquetas. Y no me gustan porque en ciertos temas, como el de la crianza de los hijos, las etiquetas se vuelven decálogos y mandamientos encorsetados en los que, como te desvíes un pelín, ya lo estás haciendo mal. Buen ejemplo de ello es el de la crianza con apego, un término muy sobado usado que no acabo de comprender. ¿Cómo crío (o intento criar) yo? Yo no crío con apego ni de manera natural, crío con respeto.