Marcas hay muchas, casi tantas como bloguer@s. Y muchas veces surgen oportunidades geniales para colaborar con ellas y que ambas partes saquen un buen provecho de ello. Pero no es oro todo lo que reluce, y a veces, nos dejamos llevar por el momento de eufória sin pararnos a pensar exactamente lo que implican esos acuerdos.
Sea como sea, hay ciertas marcas con las que me niego a colaborar. No tengo nada en contra de nadie, pero hay que tener claras varias cosas antes de lanzarnos a la aventura. Por ejemplo, ¿en qué me beneficia a mí esa colaboración? ¿Sigue mi filosofía personal y la de mi blog? ¿Les interesa a mis seguidores? ¿Se convertirá mi blog en una teletienda?
Hace un tiempo contactó conmigo una empresa de marketing para ofrecerme ser embajadora de una marca de alimentación infantil. No hace falta que os diga el nombre, cientos de blogueras como yo aceptaron la oferta. A cambio de recibir sus productos, hablaríamos de ellos en nuestro blog, usaríamos su hashtag, etc. Primero acepté, ya que me ofrecían una nueva gama de productos más saludables y la curiosidad me pudo. Pero cuando vi lo que empezaban a recibir mis colegas blogueras, les dije que no me interesaba. Eran los mismos productos azucarados, con aceites de palma, etc. de siempre y les dije que gracias, pero no.
Esto es un ejemplo de lo que creo que hay que hacer si queremos hablar de productos: que sean coherentes con nuestra manera de pensar y criar. Para mí, hablar de hábitos saludables y comida sana y a la vez, hacerle propaganda a esa marca era incoherente de todas, todas.
Yo respeto que la gente haga lo que le de la real gana, pero creo hay cosas que claman al cielo y caen por su propio peso. Por ejemplo, si estamos hablando en nuestro blog de porteo ergonómico ¿qué pintamos en un evento de una marca que solo ofrece mochilas colgonas?; si decimos que nuestros hijos siguen únicamente el método BLW, ¿porqué aceptamos potitos industriales? Lo veo bastante incoherente, la verdad.
Gratis, ¿seguro?
En segundo lugar, hay que pararse a pensar un poco en qué nos ofrecen realmente y a cambio de qué. Hay marcas muy generosas que nos permiten testear sus productos a cambio de un post (sin muchas condiciones) pero hay marcas que han visto en esto de los blogs el negocio del siglo y nos ofrecen migajas a cambio de cumplir una serie de condicionantes bastante estrictos. ¿vale la pena? “Es que me ofrecen esto y aquello gratis”. De gratis, nada. Pensad bien qué vale vuestro tiempo y vuestro esfuerzo. Por mucho que vuestro blog sea un momento de desconexión y de ocio, ¡es vuestro! Vuestro espacio, tiempo y, claro está, dinero. ¿A cambio de qué, de 4 papillas y un bote de leche infantil? Creo que no vale la pena.
Rechazar una marca no es cerrarse una puerta, es ser coherente y quizá abrir otra más interesante. Tampoco os dé miedo decirles, alto y claro, si sus condiciones os parecen abusivas, y sobre todo, tened un criterio propio a la hora de hablar de ellos (hacer un copiar pegar de su web es lo que ellos quieren, pero creo que todos los que estamos detrás de un blog lo hacemos más por quién nos lee, que por la marca de turno).
Lo que podéis o no proponerle a la marca dependerá en gran medida del tipo de blog que seáis. Un blog modesto tiene menos fuerza que un blog potente con muchos seguidores, pero eso no quiere decir que tengamos que pasar por el aro si no lo vemos claro.
Hay muchas marcas que me gustan y me parece interesante colaborar con ellas. Una vez descartadas las que no cuadran con mi manera de pensar y de criar, paso a plantearme si lo que me ofrecen es interesante (¡sabéis que algunas se ríen de nosotr@s en la cara, no se lo permitáis!).
¿Qué pensáis vosotros de este mundillo y de la relación blogueros y marcas?
Es un tema realmente complejo… cuando hay dinero / especias de por medio… la ética suele quedarse a un lado. Tengo que decir que también hay mucha gente honrada que no se rebaja a la primera de cambio. Para el lector corriente puede costar detectar la diferencia…. no es nada fácil. ¡muchas gracias por pasarte y comentar!
Muy bien argumentado. Desde que los prescriptores se han ampliado tanto, ya no sabes de dónde sacar información creíble, ya que muchos están completamente comprados.