No hace tanto que soy madre. Menos de 4 años. Y me parece media vida. Tanto… que a veces no recuerdo cómo era mi vida antes de tener hijos. No se me ha olvidado, está claro, pero no lo recuerdo con claridad. ¿Qué hacíamos los fines de semana? ¿En qué invertíamos nuestro tiempo? ¿Cómo era nuestro día a día?
No sé si soy la única madre a la que le ocurre esto (decidme que no, por favor) pero no tengo presente cómo era no tener hijos. Tengo la sensación que llevo la misma vida, pero a la vez siento que mi vida ha dado un giro de 360º. Es obvio que lo cierto es lo último, que nuestras vidas cambiaron para siempre el 28 de septiembre de 2014.
Nos fuimos dos personas asustadas al hospital y tres días más tarde llegabamos a casa 2 personas acojonadas con un bebé. Y creo que desde ese día, ya casi no recuerdo mi etapa anterior. Fue como un borrón y cuenta nueva. O vida nueva.
La verdad es que, haciendo un poco de esfuerzo, recuerdo mis años de soltera como un poco locos, con muchas salidas con los amigos, los típicos rolletes, alguna pareja algo más estable… Y luego llego él, mi pilar y mi apoyo, con quién decidí montar mi vida y crear una familia. Eso también parece que fue ayer.
Llevamos 11 años juntos y casi 4 como padres. ¿Y, antes? ¿Cómo puedo tener tantas lagunas de casi 7 años en los que hemos viajado por medio mundo, salido solos, con amigos, reído y llorado? ¿Cómo era improvisar las cenas, los planes del fin de semana, y el día a día? ¿Qué significaba que uno de los dos tuviera planes sin la pareja de vez en cuando? ¿Qué implicaba hacer horas extras o cómo nos organizabamos?
Parece que hemos sido padres toda la vida. ¿Raro, no? ¡Si eso fue hace dos días! Y aunque resulte extraño, casi todos los recuerdos son de la última etapa, a partir de cuando nació el mayor. Me acuerdo del primer día que lo bañamos; del primer viaje con él; de cuando empezó a andar; sus primeras palabras… y ahora, siendo madre de dos, caso todos los momentos los implican ambos. El mágico día en el que se conocieron, lo nervioso que estaba el mayor; los días que se despierta y viene corriendo a estrujarla y se la come (casi literalmente) a besos… el primer día que se enfadó porque ella le babeo su peluche favorito….
Esa es mi vida de ahora. La vida de 4. Una vida ajetreada pero muy feliz. Y lo anterior, que también fue bonito, queda a años luz. Queda en el vago recuerdo de cómo fue mi vida antes de tener hijos.