Con el inicio del curso escolar vuelve el clásico planteamiento de si conviene o no apuntar a los pequeños a clases de refuerzo o iniciar un nuevo aprendizaje. Aunque nuestro peque solo tiene 2 años, ya hemos entrado en el eterno debate extraescolares sí, extraescolares no. Y así estamos, meditando las opciones, que principalmente son inglés y natación.
Cada vez se están demonizando más las actividades extraescolares. Existe la tendencia a pensar que son la solución a todos los males de la inexistente conciliación laboral y familiar, pero, en mi opinión, llevar a los niños a clases extra después del cole requiere un esfuerzo doble para cuadrar horarios, preparar material, llevar y recoger a los peques (y muchas veces esperarlos in situ porque no vale la pena regresar a casa).
Las clases extraescolares creo que son muy positivas si se plantean de una forma lógica y con sentido. Si se hace solo para ocupar el 100% del tipo libre de los niños (que en mi opinión, entre deberes y otras tareas es bien poco) es un error. Si se hace para que el niño pruebe alguna actividad nueva o aprenda algo que en su futuro será muy importante, creo que las extraescolares van muy bien. Por eso, las clases después de las clases (valga la redundancia) deben ser algo esporádico, que ocupen dos o tres tardes a la semana como mucho, para que los niños puedan seguir teniendo tiempo libre y jugar. No debemos olvidar que son niños y esa es su principal misión.
Nosotros este año nos estamos planteando apuntar al peque a inglés. Esa es la opción que tiene más fuerza porque pensamos que estudiar un idioma extranjero, en este caso el inglés por ser la lengua más hablada en el mundo e imprescindible en el futuro académico y laboral, es mejor hacerlo desde bien pequeños. Actualmente nos encontramos cuadrando horarios, que no es fácil, y precios en nuestra zona.
Los aspectos que más valoramos a la hora de apuntarlo a inglés es que los profesores sean nativos, algo que creo prioritario para aprender a pronunciar correctamente desde bien pequeñitos (Spanglish le podemos enseñar nosotros) y que los métodos, sobre todo cuando son niños pequeños, sean amenos y divertidos. Mi objetivo no es meterlo en una clase y que estudie inglés, si no que mediante el juego y de una forma divertida lo vaya asimilando.
A medida que van siendo más mayores, creo que es importante que el inglés se base sobre todo en la conversación, que creo que es donde más flojeamos a la hora de aprender una segunda lengua. Hablar, hablar y hablar. Eso es básico para aprender un idioma, a la vez que hay que ir reforzando la gramática.
Por ejemplo, me gustan mucho los métodos innovadores que se organizan para hablar inglés, las quedadas, con personal nativo. Por mi zona se convocan algunas en bares y pubs y me parece una alternativa interesante para aprender en un ambiente distinto. Es el caso de una quedada que vi que se organizaba este verano en Barcelona, en la misma playa, por parte de una academia de la ciudad condal Callanschool.info. Me pilla un poco lejos la academia en sí, pero su método de aprendizaje es precisamente a lo que me refería: profes nativos y mucha conversación. Además de ser más ameno es mucho más beneficioso para el alumno.
Como os decía, la segunda opción que barajamos es la natación. Los niños tienen que aprender sí o sí a desenvolverse bien en el medio acuático y creo que es más fácil si aprenden desde pequeñitos. Como no queremos saturar al peque, la piscina la dejaremos para el curso que viene. Primero queremos probar este año de guardería, ver como acechan virus y catarros y cuando empiece el cole, apuntarlo para que aprenda a nadar.
¿Y vosotros, qué experiencia tenéis con las actividades extraescolares? ¿Qué cosas hacen vuestros peques?
Mario empieza este año las extraescolares con 4 años. Ingles y futbol porque quiere ir con su hermano. A ver que tal. El pasado año lo veia aun muy pequeño. Un beso