Casi todas las mujeres pueden dar el pecho. Amamantar es una acto natural que en principio no requiere ningún aprendizaje concreto. Los bebés nacen sabiendo mamar y las mamás podemos alimentarlos. Sin embargo, la lactancia materna tampoco es un camino de rosas y pueden surgir dificultades. Si has decidido amamantar a tu bebé debes saber que hay varias cosas que pueden hacer fracasar la lactancia materna.
1. El miedo
El miedo es nuestro peor enemigo. El temor a que alguna cosa vaya mal, a que no funcione, a que surjan complicaciones irremediables… nos puede hacer fracasar. Si nunca has dado el pecho es normal que surjan dudas y miedos, pero debes superarlos para evitar que te paralicen y te impidan amamantar el tiempo que hayas decidido.
2. El dolor
Dar el pecho no debe doler. Pero a veces, duele. Por un mal agarre pueden salir las molestas grietas, o una obstrucción puede derivar en una mastitis o en un absceso. Pero conviene recordar que esto NO debe pasar. No debe doler. Y si duele, es que hay un problema y hay que buscar solución, con una asesora de lactancia o un grupo de apoyo a la lactancia materna.
3. Desinformación
La mejor manera de plantarle cara al miedo es con información (fiable, eso sí). Conociendo todo aquello que implica la lactancia materna, como por ejemplo las grietas, sabrás qué sucede en cada momento y tendrás suficiente información para superar los momentos de dificultad (sí, los puede haber, porque no siempre es un camino de rosas).
4. El entorno
Creo que, por desgracia y aunque a veces es sin mala intención, el entorno puede influir negativamente en la lactancia materna. Si has decidido dar el pecho (de la misma forma que si has decidido no darlo), haz oídos sordos a lo que te digan. Es tu decisión. Tú decides cuánto tiempo amamantas.
No hagas caso a vecinas, amigas, familiares…. que te digan que tu hijo pasa hambre, que dormirás más si le das el biberón, que no engorda lo suficiente… La información búscala en las fuentes oficiales y deja las habladurías para las reuniones de vecinos. La mejor compra para una madre lactante son unos buenos tapones para los oídos, palabra.
5. Malos consejos
Un poco relacionado con lo anterior, los malos consejos pueden hacer fracasar la lactancia materna. Quizá son practicas que se han dicho (y hecho) toda la vida, pero eso no quiere decir que sean recomendables ni necesarias. “Ponte azúcar en el pezón para que se agarre mejor”, “no le des tanto el pecho que lo estás viciando”, “a partir de los tres meses tu leche no alimenta”… ¿Sigo?. Insisto: tapones. Bien grandes.
6. Las ayuditas
Las ayuditas con el biberón son muy contraproducentes en la mayoría de casos. Lamentablemente (y lo sé por experiencia) en ocasiones se ofrece esa “ayudita” mucho antes de darle a la mamá y al bebé la oportunidad de iniciar la lactancia materna.
El biberón, introducido tempranamente, confunde al bebé ya que la succión es muy distinta al pecho. Por eso, los recién nacidos que toman pecho es mejor que no beban en biberón. Si realmente hay un problema de crecimiento o cualquier problema a la hora de comer, debe ser un profesional con formación en lactancia materna quién lo identifique. En ese caso, se puede suplementar con jeringuilla o incluso un vaso flexible.
Además, si se combina la toma de biberón con la lactancia materna, el bebé succiona menos, con lo que la madre produce menos leche y hay que tenerlo en cuenta.
7. Percentilitis
Hay muchos médicos que meten el miedo en el cuerpo a los padres con los dichosos percentiles. Los percentiles son unas estadísticas (bastante antiguas en la mayoría de casos) dónde se recogieron los pesos y tallas de niños y niñas que… oh! sorpresa, eran alimentados con biberón.
Así, en cada consulta, los médicos pesan y miden a los niños y algunos (por suerte nuestra pediatra se la repampinfla) empiezan a meter a los niños en estas dichosas estadísticas. Y, claro, los padres entran en pánico. “Mi hijo tiene percentil 3” (ergo, algo no está bien alimentado) o “mi niña tiene percentil 90, la estoy cebando”.
Cada niño, como los adultos, tiene una constitución, un apetito y puede engordar más o menos. Si el niño toma el pecho a demanda, está vital y coge peso con regularidad, hay que olvidarse de la báscula y de los percentiles (en caso contrario, hay que averiguar qué sucede).Tan sano es un niño de percentil 3 como uno de 90. De nada sirve obsesionarse (si no todo lo contrario), con pesar al niño cada toma o cada día. Los percentiles son simplemente números, cifras que no implican que nuestro hijo esté más o menos sano.
8. Profesionales sanitarios desinformados
No hay nada peor que un profesional sanitario desinformado en lactancia materna. Sí, estoy hablando de pediatras y enfermeras de pediatría (que los hay, y muchos por desgracia) pero también de otros médicos y especialistas que dan consejos nefastos sobre el destete.
Los primeros (pediatras), si no han recibido formación en LM, y/o no se han ido actualizando con los años, pueden aconsejar suplementar las tomas con leche de fórmula, adelantar la alimentación complementaria, destetar a los 6 meses… ¿Qué hacer en esos casos? Tirar de información oficial y recurrir a la OMS o la Asociación Española de Pediatría. Recordad que ambos recomiendan que los bebés sean alimentados con lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses de edad, se mantenga la LM al menos hasta los dos años y, a partir de ahí, se deje cuando la madre o el bebé quieran.
Otros médicos muy desinformados recomiendan dejar la LM ante cualquier enfermedad o patología leve, argumentando que la medicación para tratarse es incompatible con la LM. La mayoría de medicamentos son compatibles con amamantar y, en muchos casos, hay alguna alternativa más inocua aún. Tenéis toda la información en e-lactancia.
Estos son algunas de las cosas que pueden hacer fracasar la lactancia materna. Reconozco que es fácil caer en alguno de estos puntos, dudar y que la LM se tambalee. Para evitarlo, informaros bien con verdaderos expertos en lactancia materna. ¿Vosotros, os habéis encontrado con alguno de los casos citados? ¿Cómo fue vuestra lactancia?