¡Socorro! Mi hijo tiene lombrices

Bienvenidos a una nueva serie de posts anti cuquis donde os voy a hablar de cositas escatológicas que dan asquete pero… ¡que son muy útiles! La idea era empezar con el post de los piojos, pero lo dejaremos más adelante porque la última novedad en casa ha sido la presencia de unos gusanitos muy desagradables en el culo de mi hijo. Así es, ¡mi hijo tiene lombrices! Os voy a contar nuestra experiencia porque creo que coger el tema a tiempo es fundamental para evitar la propagación y contagio de toda la familia.

¡Hola, lombrices!

Todo empezó un mediodía al llegar del cole, cuando de repente mi hijo se transformó en la niña del exorcista y empezó a rascarse el culo sin parar en el ascensor, diciendo que le picaba mucho. A duras penas conseguí que no se despelotara allí mismo, mientras pensaba: oh, oh…. ¿será lo que yo creo que es?

Y lo era. Vaya si lo era. Entramos en casa, hicimos el ritual de sacarnos los zapatos y lavarnos las manos y tras hacer pis, me asomé a su bonito culete… llenito de lombrices. Puaj, me quería morir. Primero por lo mal que lo estaba pasando él, y después de asco. Lo tumbé en la cama para  limpiarle bien y sin tener ni pajolera idea de qué hacer, le puse pomada anti irritaciones del pañal para que se le calmara. Y entonces… me puse a investigar.

Lombrices o oxiuriasis

Las lombrices o oxiuros (como se denominan oficialmente) son unos gusanitos blancos diminutos (de unos 5 mm) que pueden encontrarse en el intestino grueso de los niños, haciéndose visible a través de las heces o en el ano.

No es una infección grave, pero sí que es muy molesta por el picor que causa, además de ser bastante contagiosa si no se extreman las medidas de higiene. Son bastante frecuentes en los niños de 3 a 6 años, aunque pueden pasar con facilidad de un miembro a otro de la familia.



La infección por oxiuriasis puede producirse de diversas maneras, aunque lo más frecuente es que los pequeños ingieran involuntariamente los huevos de las lombrices al jugar con la tierra y llevarse las manos a la boca o bien jugando con otros niños que las tienen. Los bichitos crecen en su intestino, se convierten en parásitos adultos, se reproducen… y ya la tenemos liada.

cómo actuar cuando aparecen las lombrices

Lo primero es: mantener la calma. Esto lo digo ahora sentada en mi sofá con el portátil en mano, pero cuando vi las lombrices casi me da un apechusque.

Lo segundo, lavar muy bien la zona y ser conscientes que esos bichitos que vemos llevan semanas rondando por el cuerpo del pequeño, por lo que hay que extremar las medidas de higiene para evitar mayor propagación y contagio.

Lo importante es empezar el tratamiento lo antes posible, ya que es muy sencillo y efectivo. Lo recomendable es acudir al pediatra a que eche un vistazo y os recete algunos de los tratamientos orales para matar los oxiuros. La mayoría constan de una sola dosis y sirven para matar los parásitos adultos, por lo que, para eliminar los huevos (que pueden volver a producir la infección y contagio) hay que repetir la dosis un par de semanas después.

Por prevención, se recomienda que la familia también se tome el medicamento pero ¡ojo!, si estáis embarazadas es posible que vuestro médico no os lo permita. En la semana 37 de gestación me han aconsejado no tomarlo al no estar infectada y acudir al médico si detecto la presencia de lombrices para valorar posibles tratamientos.

medidas de higiene y prevención

Ante cualquier posible contagio, sea de lombrices o sea de cualquier otro parásito, la higiene es fundamental. Por ese motivo, hay que fomentar el lavado de manos, especialmente después de ir al baño, al llegar del colegio y antes de comer. Las uñas deben estar bien cortitas, para evitar que allí se alojen los indeseados bichitos y hay que limpiarlas con un cepillo.

Para calmar al pequeño y evitar que se rasque, hay que lavarle el culete con agua y jabón suave las veces que haga falta, sobre todo tras ir al baño. A nosotros la crema del pañal nos fue divina para calmar la irritación y, de hecho, no volvió a rascarse más.

Desde el momento que detectéis la presencia de lombrices y especialmente el día después de tomar el tratamiento, hay que lavar sábanas, toallas, ropa (sobre todo la interior y el pijama) a la máxima temperatura que permitan las prendas, si podéis con un poco de lejía o un producto desinfectante y, si es posible, la sequéis en la secadora para aseguraros que todos los oxiuros mueren durante el proceso.

Lo mejor es dormir con un pijama cerrado o body, para evitar que durante la noche se rasque y la propagación aumente, aunque con niños que ya no llevan pañal y son autónomos para ir al baño, es algo complicado.

Desde el momento que se inicia el tratamiento, los niños pueden ir al colegio (aunque no está de más avisar para que también extremen las medidas de higiene), ya que se supone que las larvas aparecieron hace varias semanas y el riesgo de contagio ya existía.

la situación a día de hoy

En nuestro caso, la presencia de lombrices ha sido vista y no vista. La misma tarde de haberlas detectado, el pequeño y mi marido se tomaron el jarabe (mientras a mi me entraban mil y un picores sólo de pensar que podía ser la siguiente) y las lombrices adultas desaparecieron. En las heces han aparecido un par de días después,  y seguimos vigilando bien de cerca que no vuelva a haber propagación.

Hemos realizado limpieza exhaustiva de toda la ropa de cama y de uso personal tal y como os he contado y desinfectado a fondo la casa, sobre todo los inodoros.

Con estas medidas, y el lavado de manos muy frecuente, hemos conseguido al menos controlar la situación y que no vaya a mayores.

Si tenéis peques en edad preescolar espero que os libréis de esta, ya que no es una situación agradable. Si no, al menos, espero que estos consejos os sirvan para poner remedio lo antes posible.

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