Se cumplen dos años del inicio de la pandemia y si en algo nos ha cambiado es en la prioridades que damos a las pequeñas cosas y, muy concretamente, al hogar en el que vivimos. ¿Recuerdas lo largos que se hacían los días entre las cuatro paredes de tu casa? Nosotros tenemos que dar gracias del espacio exterior que tenemos, porque muchas familias se encontraron en pisos muy pequeños sin terraza ni balcón.
La casa de tus sueños
En este tiempo y viendo la situación con perspectiva, ya sea en mayor o menor medida, muchos de nosotros hemos hecho cambios en casa para adaptarla a la nueva realidad. Porque aunque la pandemia como tal tenga los días contados, algo en nuestra cabeza ha hecho clic. Los más afortunados, además, se han liado la manta a la cabeza e incluso se han mudado cambiando un piso por una casa; una terraza un poco más grande o un pequeño jardín en el que compartir momentos en familia.
En nuestro caso, hemos hecho una pequeña reforma del suelo y las puertas después de descartar mudarnos. Sí, durante un tiempo contemplamos la posibilidad de vender nuestro piso y mirar una casita con jardín en la misma zona en la que vivimos. Somos afortunados de tener una gran terraza pero realmente sería maravilloso poder tener un jardín a pie de calle en el que los niños pudieran salir a jugar, organizar fiestas con los amigos e incluso (puestos a soñar…) tener nuestra piscina particular. ¿Soñar es gratis, no?
A grandes males, grandes remedios
Como esa opción ha quedado totalmente descartada, hemos dejado monísimo nuestro piso que tanto esfuerzo nos costó conseguir hace casi 12 años. No fue fácil conseguir una hipoteca en la época en la que aun no habíamos salido de la crisis financiera y los precios estaban por las nubes, por lo que tuvimos que claudicar ante los requisitos bancarios. Algo que hoy en día sería más sencillo y si me planteara que necesito una hipoteca 100 más gastos podría ampliar más el abanico de búsqueda de un nuevo hogar.
En cualquier caso, considero que nuestra casa es nuestro refugio y debemos sentirnos a gusto en él. A veces no es cuestión de mudarse (nosotros no lo hemos hecho), ni de hacer una reforma, si no simplemente de cambiar la decoración (a mí me ha dado por las plantas), renovar un mueble, comprar unas cortinas nuevas y tirar a la basura las que heredamos de nuestra abuela… y ser felices porque, aunque sea un topicazo, la pandemia nos ha demostrado que la vida son dos días (y uno ya ha pasado).
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