Stop niñofobia: colguemos el cartel de se admite

Una de las tendencias más fuertes del marketing actual consiste en segmentar para dirigir nuestros productos o servicios a un público muy concreto. De segmentos hay muchísimos (tantos como os podáis imaginar) pero en los últimos tiempos ha cogido mucha fuerza el nicho de mercado de los adultos. Y cuando hablo de los adultos, me refiero a SOLO adultos, es decir, un espacio donde los niños están prohibidos.

Esto es especialmente visible en la industria del ocio, que cada vez nos bombardea más con ofertas de alojamientos o restauración donde la entrada de los niños no está permitida. Siempre me he preguntado hasta qué punto es esto ético, ya que estamos vetando la entrada a un grupo simplemente por su edad. Aunque la comparación es un poco exagerada, a mí me recuerda un poco a la segregación racista, machista o clasista que recoge la historia de muchos países en las que también se restringía el acceso de mujeres, personas de color o gente pobre. ¿No estamos agravando un derecho fundamental de un ser humano?

Si no podemos viajar con nuestros hijos en el poco tiempo libre que tenemos, no sé cuándo vamos a estar con ellos. Y este hándicap se podría hacer extensible también a las mascotas, ya que para quien las tiene son un miembro más de la familia y no tienen porque querer dejarlas cuando se van de vacaciones. Mientras que buscar un alojamiento apropiado para ir con niños es más o menos sencillo, encontrar un sitio ideal para viajar con tu animal de compañía no es tan fácil, aunque webs como la de Mascotas Bienvenidas dejan bien claro cuáles son los establecimientos que tienen colgado en la puerta el cartel de Se admiten mascotas.

Yo estoy justo en el lado opuesto (y no sólo por mi profesión diaria). Pienso que los destinos y lugares deben enfocarse al turismo familiar y velar porque grandes y pequeños (y también las mascotas, ¿por qué no?) puedan disfrutar de una oferta de ocio y entretenimiento acorde a sus necesidades.

Nos gusten más o menos los niños, lo que está claro es que todos lo hemos sido alguna vez y muchos de nosotros ahora somos padres. Creo que no es necesario vetar la entrada a los peques, ya que cae por su propio peso que destinos, alojamientos y restaurantes (por citar algunos ejemplos) son más adecuados para ir con o sin niños.

Y lo mismo ocurre con los animales domésticos. Creo que en la mayoría de establecimientos y espacios pueden convivir perfectamente con las personas, por lo que me parece genial que cada vez sean más los que se apuntan a la moda “petfriendly” y les abren sus puertas. En época de vacaciones no es lógico tener que dejar a nuestra mascota sola o en casa de un familiar existiendo apartamentos que admiten perros.

No sé qué pensáis vosotros… pero yo esta tendencia de vetar la entrada a ciertos colectivos, por muy beneficioso que les resulte, ni la entiendo ni la comparto. Ojalá todos los establecimientos hicieran justo lo contrario.

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