Ponemos en práctica el método Konmari: no es oro todo lo que reluce

Marie Kondo es la hija que toda madre quisiera. La nuera perfecta. Clienta VIP de las tiendas de decoración  y reina de Pinterest, esta japonesa se ha convertido en la gurú de la ordenación por excelencia y ha entrado por la puerta grande en muchas casas. Sí, en la nuestra también. En pleno síndrome del nido caí en las redes del método Konmari y me dediqué en cuerpo y alma a reordenar mi vida, reorganizar mis cosas para ahorrar espacio y mantener a raya el caos. ¿Y qué he aprendido tras poner en práctica el método Konmari? Que no es oro todo lo que reluce.

Puntos clave del método Konmari

El método Konmari, que encontraréis más que desarrollado en su best seller “La magia del orden” es difícil de resumir en pocas líneas, pero voy a intentarlo. Podíamos decir que radica en:

  • Deshacernos de la ropa y objetos que no usamos, no necesitamos o no nos hacen felices.
  • Aprender a organizar y clasificar nuestra ropa, accesorios, documentos, zapatos, etc. por categorías
  • Doblar la ropa de otra forma para colocarla en el menor espacio posible y tenerla más accesible

¿Y ya está? Bueno, ese es mi resumen pero para la amiga Marie, el tema de la ordenación es algo casi espiritual, algo místico. En su libro habla de la ordenación como clave para ser feliz y tratar nuestros objetos como si fueran personas.



A ver, yo soy una maniática del orden, pero creo que a Marie se le va un poco la pinza. No hay que olvidar que la muchacha es japonesa, una sociedad minimalista y sobria. Debe ser por eso que ella propone como punto de partido sacar nuestras cosas y quedarnos con un tercio de lo que tenemos. Y el resto, sacarlo de nuestras vidas. Si yo hiciera eso, con mi ropa, por ejemplo, tendría que poner dos lavadoras al día o terminaría por no tener ni ropa interior limpia. Ni te cuento en el caso de los niños. ¿Cómo lo hará ella, que tiene dos?

El minimalismo no es lo mío. El armario de la peque, a rebentar. Bastante ordenado, eso sí.

Ponemos en práctica el Konmari

Aprovechando la llegada de la bebé, decidí empezar a utilizar este método, primero con la ropa de ella, luego la del mayor y, si funcionaba, la nuestra. Así, haciéndole caso a Marie, saqué toda la ropa de los niños e hice lo siguiente:

  • Deshacerme de lo que no me hacía falta. En el caso de la niña, aquellas prendas que me han prestado y no voy a usar por ser de otra estación y, en el del niño, guardar lo que ya no le vale.
  • Clasificar las prendas (esto creo que ya lo hacemos todos, nadie guarda los calcetines con las camisetas, no?)
  • Doblar las prendas en vertical. Esta es una de las claves de “konmariar”. La ropa se estira con las manos para evitar arrugas y se dobla con más pliegues de lo habitual, para guardarlas en vertical en los cajones. De esta manera, podemos ver todas las camisetas, por ejemplo, al abrir el cajón. Esto lo hice con bodies, pantalones, camisetas…
  • Utilizar cajas de ordenación para ordenar las prendas en grandes baldas (donde no tiene sentido guardar las prendas en vertical), para las prendas pequeñas, como calcetines o ropa interior… (esto ya lo hacía, pero de otra forma).

Las cajas de ordenación son muy prácticas para clasificar prendas y que no se mezclen en los cajones

¿Qué hemos conseguido con el método Konmari?

Con la ordenación de la ropa de los niños (y algún cajón mío) nos hemos estancado y sigo valorando si continuar o no con el resto de nuestras cosas. Aún así, tengo que reconocer que sí hemos obtenido algunas mejoras.

  • Más espacio. Eso es lo que más me ha sorprendido y gustado del método Konmari. Dónde antes tenía algunos bodies de la niña, ahora tengo el doble de bodies y además sus pantalones. Lo mismo para el mayor, ya que esta ordenación me ha permitido no tener que guardar en un lugar a parte la ropa de verano (todo me cabe en el mismo armario y aún tengo un cajón libre).
  • Las prendas están visibles. Abrir un cajón y ver toda la ropa es muy útil, te permite ganar tiempo (especialmente por las mañanas) y no tener la ropa apilada, y tener que rebuscar en el cajón para localizar algo en concreto.
  • Las prendas pequeñas no forman una montaña. ¿Sabéis ese momento en el que abres el cajón de la ropa interior de los niños y te encuentras tropecientas bolitas de calcetines ocupándolo todo? Se acabó. Gracias a las cajas de ordenación de diferentes tamaños, se pueden organizar mejor las prendas pequeñas, las que no permiten un doblado fácil, los accesorios…

El armario del mayor. Con el método konmari hemos conseguido mucho más espacio y tenerlo todo mejor organizado.

Por qué no me convence el método Konmari

Pero pese a esos pros, el método Konmari no me convence. No lo veo realista por varias razones y, aunque me encantaría que en nuestro caso funcionase, no es así. Al menos, no al 100%.

  • Se necesita mucho sitio para ahorrar espacio. Parece una contradicción, pero no lo es. Tener la ropa ordenada con el konmari te permite ganar espacio, pero solo se puede mantener ese orden con pocas prendas. Es decir, que para que las prendas no acaben formando un burruño sin sentido (ya sea en horizontal o en vertical) hay que tener pocas. Si veis fotos de este tipo de ordenación, entenderéis lo que os digo. Armarios muy minimalistas con 12 prendas, cajones enormes ocupados por cuatro cosas… no es nuestro estilo.
  • Deshacerte de demasiadas cosas. Para solventar el punto anterior, hay que eliminar de nuestra vida aquello que no nos hace feliz. Qué bonito. A mí no me hace feliz acumular camisetas del Primark para M., pero lo hago porque cada vez que respira se mancha y si no, mi lavadora entraría en estado de saturación máxima y saltaría por la ventana del lavadero.
  • El doblado de ropa del konmari es algo utópico. Para que fuera 100% eficaz, todas las camisetas deberían ser iguales de forma y tamaño; igual los jerséis, pantalones… Cada prenda tiene sus peculiaridades, su grosor, etc, y es complicado que queden igual en el cajón.
  • Reaprender a doblar, clasificar y guardar. Qué bonito es aprender. Si se hace con ganas, claro. Pero si el que tiene que aprender (en este caso, reaprender) a doblar la ropa es mi señor marido, ay madre que locura. Y mira que lo he intentado, pero creo que tiro la toalla. Y en parte lo entiendo. ¿Cómo explicarle que las camisetas del mayor se doblan así, las nuestras asá y las de la niña se cuelgan? Pa’ volverse loco.
  • Con el día a día, el sistema se va a pique. La suma de todos los puntos anteriores hace que el método konmari se va a pique en poco tiempo. Tiene la ventaja de haber ganado algo de espacio en algunos cajones, pero la realidad es que al sacar una prenda, la ordenación se desmonta un poco y es bastante difícil de mantener.

Antes. Como veis, no era un doblado vertical pero sí que estaba ordenado.

Después. Doblado vertical. No he ganado en espacio, pero todas las prendas están visibles.

¿Kondo sí o no?

Mi conclusión a día de hoy es que el método konmari puede ser muy eficaz sobre todo si sois de aquellas personas que estáis rozando el síndrome de Diógenes o si abrís un armario, apretujáis la prenda y lo cerráis muy rápido. Si ya sois personas de ir tirando aquello que no utilizáis, tenéis un orden en armarios y cajones y cuidáis la colocación de las cosas, os puede ayudar a ganar algo de espacio en algunas zonas (no en toda la casa).

Aún así, no voy a tirar la toalla del todo y con el tiempo quiero seguir investigando y probando el método de Marie, a ver si consigo una casa más cuqui.

¿Alguien en la sala ha probado el método konmari? ¿Cuál es vuestra opinión?

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