parto vaginal después de una cesárea

Parto vaginal después de una cesárea (parte 1)

Hace casi dos semanas que di a luz  y desde entonces tengo muchas ganas de explicar cómo fue el parto. Pero he hecho bien en esperar, ya que con el paso de los días he ido tomando consciencia de cómo fue todo, recordando algunos detalles que había olvidado. Muchas me habéis preguntado qué tal fue el parto vaginal después de una cesárea, si fue fácil y, como se suele decir, “rapidito”. Fue un parto genial, con sensaciones y momentos que no me esperaba para nada, con nervios y emoción. Este es el primero de tres posts en los que voy a contar cómo di a luz a mi princesa.

Parto vaginal después de una cesárea (PVDC)

Mi segundo alumbramiento ha sido un parto vaginal tras una cesárea previa, hacía justo 3 años. Algo, como veis, posible y viable en la mayoría de casos. No hace falta que os diga que quería evitar a toda costa la cesárea. Una de mis mayores preocupaciones en el embarazo es que la pequeña estuviera bien colocada, en cefálica, para que no se repitiera lo que ocurrió con su hermano.

Sobre la semana 30, la posición ya era correcta, pero aún había mucho margen para que volviera a girarse. Pero por suerte no fue así. Superada esta primera parte, había que comprobar que tanto el útero como la cicatriz de la cesárea estaban a punto para dar a luz. Para eso, el ginecólogo me hizo algunas pruebas en las semanas 36 y 37, que consistieron en medir la cicatriz de la cesárea con una ecografía vaginal y realizar un tacto para ver cómo estaba el cuello del útero. En el caso de la cicatriz, debe media al menos unos 2 mm de grosor, y la mía tenía unas dimensiones de 5mm, así que no había problema.

Aún así, me hizo firmar un consentimiento médico conforme entendía los riesgos de un parto vaginal después de una cesárea. Sí, uno de esos papeles que hace que se te pongan de corbata, como cuando lees el prospecto de un medicamento, donde se detallaban toda una serie de males que me podían pasar si la cosa no iba bien.

las horas previas

L. nació el 12 de octubre al mediodía, estando yo de 38+4 semanas. El día de antes fue un no parar. Mi madre había dormido en casa porque teníamos médico muy pronto y quería acompañarme. Y desde las 7 de la mañana que no paramos ni un minuto en todo el día… A mí ya me rondaba en la cabeza que quedaba muy, muy poquito para el ansiado momento, ya que me notaba extraña.

Por la tarde empecé con contracciones de parto. Digo de parto porque ya sabéis que tengo contracciones leves desde junio, aunque tras coger la baja laboral y relajarme un poco se espaciaron. Pues bien, la tarde del miércoles, las contracciones eran cada media hora o veinte minutos y bastante regulares. Fue precisamente esa regularidad (y el dolor) lo que me puso en alerta.

Cuando me acosté ya tenía bastante claro que al día siguiente tocaría hacer una excursión al hospital. Pero no me dio tiempo. A media noche las contracciones eran bastante dolorosas (algo que en el primer embarazo no fue así y ni me enteré que estaba de parto) y muy seguidas. Cada 12 minutos, cada 10…8…5… Al llegar aquí ya me di cuenta que no iba a poder esperar a la mañana siguiente. Con M. en casa la logística es algo más complicada, ya que la abuela tenía que venir para quedarse con él.

A las 4 de la mañana desperté al padre de las criaturas para ir al hospital. La abuela llegó enseguida y nos pusimos en marcha. A las 5 de la mañana llegábamos, listos para conocer a la pequeña.

Los dos estábamos calmados y tranquilos, yo haciendo los ejercicios de respiración y él sin hablar demasiado (en estos casos, se agradece). La anécdota de la jornada fue que de camino al hospital nos pararon los Mossos d’Esquadra. Echaron un vistazo al asiento trasero del coche (ocupado con las dos sillas mastodonte) y nos dijeron: ¿dónde vais? A parir, soltó mi marido. Pobre agente, se quedó desencajado…

observación

Al llegar al hospital lo primero que me hicieron fue un tacto. En mi mente se había estancado la idea de que, como en el embarazo anterior, debía de estar muy dilatada, porque las contracciones eran muy seguidas, regulares y con mucho dolor, y ya en la vez anterior, dilaté muy rápido. 4 centímetros. ¿Sólo? Pues esto ya me duele horrores.

Aunque los tactos no sean necesarios y cada vez son más las voces que demandan espaciarlos al máximo o incluso eliminarlos. a mí sí que me parece importante saber cómo va la cosa y de cuántos centímetros estoy.

La matrona me comentó que me pondrían en un box en observación para ver la frecuencia de las contracciones y después valorarían si me quedaba o me iba para casa. Yo para casa sabía que no me iba, porque me notaba muy avanzada y estuve 2 horas monitorizada para ver la evolución. Durante ese tiempo intenté estar relajada, íbamos hablando de cosas banales, le estrujaba la mano en cada contracción….

Pasado ese tiempo pedí ir al baño y me llevé un buen susto, ya que estaba perdiendo bastante sangre. El tacto vaginal puede hacer que manches un poco, pero aquello me pareció mucho. La matrona se lo tomó como algo positivo, señal que estaba dilatando y, tras hacer otro dichoso tacto, me dijo que estaba de 6 centímetros. ¡Qué bien! La cosa iba rápida, así que en breve me llevaban a sala de partos.

Plan de parto

A partir de ese momento empezaban a ponerse encima de la mesa cuestiones que consideraba muy relevantes, tal y como había plasmado en el plan de parto. Se lo entregué a la matrona y la primera pregunta fue obvia. ¿Vas a querer la epidural?

Es cierto que tenía bastante dolor pero, hasta el momento, lo veía soportable y no quería precipitarme, así que le comenté que de momento no, pero que era probable que más adelante sí la pidiera. Ella me dijo que no había problema, pero me hizo una reflexión. Era 12 de octubre, festivo, un solo anestesista y en breve un cambio de turno. Vaya, que podía pasar que cuando la necesitara o quisiera, tardaran mucho en ponérmela o no llegaran a tiempo.

Puede ser una respuesta comodín o una excusa para que me decidiera, pero a mí me entro el acojone y me dio miedo, así que le dije que me la pusieran ya. Y, visto lo visto, no me arrepiento para nada.

Y así fue como yo solita, empecé a pasarme por el forro mi propio plan de parto. Sigo pensando que es un documento imprescindible y que hay que preparar muy bien antes de dar a luz, pero también es importante tener la cabeza fría y cambiar de opinión si es necesario y se desea, ya que durante el parto puede haber muchas situaciones que nos hagan replantearnos las cosas.

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